lunes, 25 de junio de 2018

LOS ESPÍRITUS

Violeta Yangüela
Cuenta la historia, o quién sabe si la leyenda, que hace miles de años existió una ciudad-estado griega que se llamó Esparta y un señor de nombre Licurgo que sería hoy como su padre de la patria. Licurgo se las traía pero también se las llevaba  Como no pudo convertirse en rey, apareció un sobrino heredero por lo que el tío se convirtió en el poder detrás del trono. Hoy ese cargo se llama asesor y algunas veces estos asesores presidenciales de la modernidad también se las traen y sobre todo se las llevan.
Lo primero que hizo el señor Licurgo fue visitar el Oráculo y el Oráculo le dijo que el Estado que siguiera sus leyes sería famoso en todo el mundo.  Y la profecía de Delfos se cumplió. Primero, en las ciudades con el nombre de Esparta que  se repiten en la geografía y segundo en los mandatos divinos de los abundantes Estados de la actualidad.
 Cargado con la mochila del mandato divino, determinó que las leyes no se escribirían sino que se “imprimirían” en las mentes de los ciudadanos a través de la educación y si la educación era buena, la ley escrita era superflua. En tiempos modernos a esa educación le llaman lavado de cerebro en idioma  cervantino o brain wash en lenguaje shakesperiano.  ¿Por casualidad recuerdan el experimento en Camboya?
La esencia de las leyes era el desprecio de lo cómodo y de lo agradable por lo que tomó medidas económicas, monetarias, sociales y militares que se correspondieran al cuerpo ideológico de su doctrina.  Todo un programa de gobierno. Adelantado el hombre.
Entre las medidas monetarias prohibió la importación de oro y las fabricó de hierro.  Con ello suprimió su valor intrínseco y por tanto el atesoramiento.  Realizó una repartición de tierra de manera igualitaria, convirtiendo el mérito y no el dinero en la virtud del hombre y determinó que las comidas debían ser públicas, al mismo tiempo y sin diferencias. ¿Padre de la Reforma Agraria?  ¿La uniformidad  de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o los uniformes  gris/azules de la Revolución China?
Por considerarlas como una plaga y temeroso de las influencias externas que pudiesen influir con sus ideas y leyes, decretó la prohibición de los viajes y de las visitas externas. Casi se puede asegurar que Licurgo fue el primer globo fóbico de que se tenga noticias. Y como el comercio y lo que hoy se llama industria estaban prohibidos, no había intercambio comercial que realizar. ¿Proteccionismo comercial, ideológico y cultural?
Dicen las malas lenguas que en una ocasión le propusieron construir una muralla para proteger la ciudad-estado, algo así como la que construyó China unos miles de años después, y respondió: “una pared de hombres es mejor que una pared de ladrillos” 
Esparta no necesitaba murallas construidas.  Su organización militar era la muralla que junto a su geografía se encargaba de la protección y de la preservación de su marco conceptual e ideológico.  Por lo tanto, la militarización de los ciudadanos era el objetivo de la nación. ¿Hitler y Stalin, tan sólo imitadores?
Esparta, la ciudad-estado fue vencida por la fuerza y enterrada en el olvido pero parecería que  el espíritu de Licurgo no ha muerto y que como dicen los dominicanos se encuentra “vivito y coleando”  paseándose por los espacios de algunas de las ciudades-estados de la hoy aldea global.
¡Zafa, cuidado con los espíritus!
v.yanguela@codetel.net.do




lunes, 18 de junio de 2018

EL SUPERMERCADO

Violeta Yangüela
Desde tiempos históricos, filósofos, pensadores, líderes, religiosos se han expresado acerca de la condición de inferioridad de la mujer. Aristóteles decía que la mujer era un hombre imperfecto, que la mujer es pasiva y receptiva y el hombre es activo y  el que siembra. El código hindú dice que al nacimiento de un varón, el padre debe festejarlo con cantos sagrados y fiestas religiosas mientras que en el nacimiento de una hembra reina el más     profundo silencio.
En el Islam la violencia contra la mujer pasa desde los latigazos públicos, la ablación, la   lapidación y la muerte por el honor de la familia.  El honor se fundamenta en la mujer. 
Según cuentan, Dios creó a la mujer de la costilla de Adán y para colmo es Eva la que   provoca el bocado a la manzana.  La manzana de la discordia.  También la de Blanca Nieves.  Menos mal que apareció Newton con su manzana.  Y en tiempos de la modernidad hace su aparición la manzana de Apple.
San Pablo se ocupó de poner a la mujer en “su sitio” cuando dice que el varón es la cabeza de la mujer. Definitivamente San Pablo dejó a la mujer “descerebrada”. Se le prohíbe pensar.
Parecería que en el mundo actual los conceptos emitidos siglos atrás siguen siendo norma para el sexo masculino.
Luego del escándalo por abuso sexual protagonizado por el magnate del cine de Hollywood, Harvey Weinstein, las denuncias de violación, acoso, y abuso  se expanden como la verdolaga en el mundo mundial.
Artistas, políticos, instituciones públicas, organizaciones humanitarias, empresarios, la Iglesia Católica, (decía mi padre, “debajo de la sotana hay pantalones”) periodistas,  intelectuales y la lista no termina, se han enfrentado a las denuncias de violación, acoso, además de la violación a menores.
Las cortes judiciales se abarrotan de casos por doquier, las renuncias y el perdón de los imputados ocupan las noticias de los medios de la comunicación del mundo global.
Surge el movimiento Me Too.
Luego del escándalo en la Iglesia Católica chilena por los casos de abusos sexuales, de proteger a los sacerdotes pedófilos y de la renuncia de todos los 34 obispos del país, el Papa Francisco dedica su homilía de su misa cotidiana a la explotación de las mujeres como meros objetos.
Dice el Papa “¿cuántas veces las chicas necesitan venderse como un objeto desechable para tener un puesto de trabajo? ¿Cuántas veces?   Y  agrega,  “en los programas de televisión, revistas, periódicos, vemos a las mujeres como objeto de deseo, de uso, como un supermercado”.
Parecería que en estos tiempos de la postmodernidad el asunto no “es la economía, estúpido”, ¡son las emociones!
v.yanguela@codetel.net.do





lunes, 11 de junio de 2018

LA ALDEA

Violeta Yangüela
Sin ninguna duda que el tema de la inmigración ocupa y sobre todo preocupa a la comunidad internacional desarrollada.
La inmigración tiene apellidos. Son refugiados, emigrantes económicos y  los ilegales que en lenguaje políticamente correcto son los indocumentados. En la actualidad se le agrega el apellido de musulmanes.
Luego de la crisis del 2016 con la llegada de millones de “refugiados” a Europa, la Unión Europea logró un acuerdo con Turquía para mantener la llegada de los “refugiados” en Turquía a cambio de la entrega de seis mil millones de euros.  Internamente decidió repartir por cuota el número de refugiados en países de la Unión.
Parecería que la chequera y la repartición no han dado el resultado esperado.  Los “refugiados”  siguen llegando.  
Actualmente se debate una reforma a las normas de inmigración del llamado reglamento de Dublín para lograr un mecanismo de reparto claro acerca de a quien corresponde asilar a los “inmigrantes ilegales” que arriben por Grecia, Italia y España.
El debate comienza con la propuesta de Francia y Alemania para que los tres países en la primera fila de la llegada de “ilegales” se hagan cargo de todas las solicitudes de asilo de manera permanente. Las cuotas de distribución solo podrán ejecutarse en situaciones de casos de refugiados y en caso de una nueva crisis migratoria y todos los países tendrán que aceptar cuotas obligatorias de acogida.
La respuesta de algunos de los miembros de la Unión Europea no ha tardado. Hungría, Polonia, Eslovaquia, Republica Checa, Letonia y Lituania se niegan a aceptar el reparto obligatorio de refugiados.
El ministro de Interior del nuevo gobierno de Italia, Matteo Salvinin ha sido claro, “se acabó la buena vida, que empiecen a hacer maletas”.  El gobierno polaco argumenta los valores cristianos que fundaron Europa y se opone a cuota de refugiados en su mayoría musulmanes. Eslovaquia se niega a aceptar refugiados musulmanes.
Hungría ha pedido a la Unión Europea que pague parte del muro que levantó para frenar a los inmigrantes y Eslovenia construye un muro en su frontera con Croacia.
Mientras, Emmanuel Macron con su reforma a la ley migratoria de Francia, dice que “hay que avanzar en una política común de asilo, de protección de fronteras y de desarrollo exterior”. 
Y del otro lado del charco, llegó Donald Trump con sus propuestas electorales y ahora  sus acciones desde el gobierno de regulación de la inmigración, incluyendo la construcción del muro en la frontera con México y asegura que México pagará su construcción.
La inmigración se ha convertido en una amenaza a las naciones-estados del mundo desarrollado.
v.yanguela@codetel.net.do




lunes, 4 de junio de 2018

LA PROFECÍA

Violeta Yangüela
Aristóteles, un señor que es famoso desde hace siglos por el sólo hecho de ocurrírsele pensar habría que incluirlo entre los culpables de la discusión.  Algunos dicen que no era muy amigo de lo que se llamó democracia en su época y que aún hoy se sigue llamando de la misma manera.
Pues ese pensador griego aún admitiendo  que la autoridad debía emanar del conjunto de la sociedad por medio de decisiones racionales y  no por la gracia de Dios, no creía que el sistema democrático pudiese ser aplicable a gran escala. Decía que  “la creación de un orden para un número infinito es una tarea para el poder divino”.
A pesar de que un señor del Islam españolizado su nombre como Averroes, intentó introducir a Aristóteles en el mundo islámico y lo único que logró fue que lo deportaran para Marruecos por atentar contra la ley divina,  parecería que las sociedades islámicas son aristotélicas.  Dicen que la democracia es inaplicable y se lo dejan al totalitarismo divino.
La semilla sembrada por el griego permaneció sin germinar hasta el  experimento democrático a gran escala de la sociedad estadounidense.  En 1748 el barón de Monstequieu publica su famoso libro El Espíritu de las Leyes en el que establece dos conceptos fundamentales.  Uno, la separación de los poderes y el otro la teoría de la ley.  Según cuentan solía decir que “la ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”.  Pero también hereda el concepto aristotélico de la imposibilidad de la aplicación de la democracia a gran escala con el argumento de que si la capacidad de auto-contención es el principio básico de una república, entonces sólo puede haber repúblicas en Estados pequeños porque sólo así es posible lograr la necesaria educación republicana.
Desde la publicación del Espíritu de la Leyes habían transcurrido 39 años cuando James Madison en su Federalist No.10 del mes de noviembre de 1787 establece lo contrario con el argumento de que en una sociedad pequeña los intereses y los partidos no serían muy distintos y la mayoría podía constituirse de un número menor de individuos con las posibilidades para invadir los derechos del otro.
Madison tomando prestado el concepto de David Hume de que sí era posible un sistema democrático a gran escala, de manera que se evitara la división en una infinidad de   territorios pequeños o en una monarquía, provoca el debate del tamaño con un grupo que se conoció como los Antifederalistas.
El invento de una democracia a gran escala a partir de las 13  colonias con separación de poderes y “la ley como la muerte” se hizo verbo y carne en lo que  su nombre como república  significan los  Estados Unidos.
En Iberoamérica, los hacedores de los estados naciones decidieron repartir la finca entre los actores del escenario colonial. A cada quien su pedazo o como diría Simón Bolívar: “la gran Colombia (luego fragmentada en Colombia Venezuela y Ecuador) caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada para después pasar a tiranuelos de todos los colores y razas”.
¡Qué profético!
v.yanguela@codetel.net.do