Violeta Yangüela
Decía el presidente eterno dominicano Joaquín
Balaguer que la Constitución era un pedazo de papel. En 1801 Haití establece en su
constitución que “todos los hombre
nacen, viven, mueren libres y franceses”. Es la segunda república
constitucional de América detrás de la Constitución estadounidense adoptada en
1787 y ratificada en 1788. Con siete
Títulos y 52 Artículos dice en su preámbulo: “formar una unión, establecer
justicia y seguridad, proveer defensa común,
promover el bienestar y asegurar la libertad”. Con la Constitución haitiana, comienza el
proceso de independencia iberoamericana y las construcciones de estados
naciones constitucionales.
Transcurridos en Iberoamérica un poco más de
dos siglos, las enmiendas y/o reformas o nuevas constituciones han dependido en cada
caso de los deseos del aspirante a convertirse en el dueño de la finca que
requiere el marco constitucional adecuado a sus ambiciones y a su permanencia.
El país líder en los cambios es República Dominicana
con 38. El segundo lugar lo ocupa Venezuela que a partir de 1811 arrastra 26
reformas. En la década de los 90, desde
México hasta la Patagonia, las reformas
se constituyeron en el quehacer político iberoamericano. En esa década, Ecuador
ocupa la primera posición con tres reformas,
1993, 1996 y 1998. Luego, Rafael
Correa logra la suya, la número 21.
En Bolivia, con una Asamblea Constituyente de 255
elegidos en el 2006, reunidos en un recinto militar en las afueras de
Sucre y en medio de un clima de protestas y de violencia, 136 constituyentes
votan, a mano alzada después de la lectura del índice y los capítulos, la Constitución
de Evo Morales. La número 16.
En Venezuela con la llegada de Hugo Chávez al
poder en 1999, una nueva constitución con nueve Títulos y 350 Artículos
sustituye la aprobada en 1961. La Bolivariana de Chávez en su preámbulo
enuncia que “con el fin supremo de refundar la República
para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y
descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la
paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y
el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones…” (La falta de
espacio impide completarla). El preámbulo de la bolivariana tiene 206 palabras
y el de la norteamericana tiene 52.
El profesor mexicano, Luis Pazos al hacer la
comparación de la Constitución estadounidense con la mexicana dice que la de
Estados Unidos tiene 7,754 palabras y la de México tiene 45,876. La Constitución de los Estados Unidos ha
tenido 27 enmiendas. En México, la Constitución, promulgada en 1917, ha
sufrido, hasta agosto del 2007, 176 decretos de enmiendas con 446 modificaciones
a sus distintos artículos.
En las circunstancias que se encuentra
Venezuela, ya comienzan las declaraciones de los políticos que aspiran a la
sucesión, cual monarquía, de las interpretaciones constitucionales en
referencia a la posibilidad de la ausencia absoluta o temporal del “comandante
de las mil victorias y los mil milagros” y presidente electo Hugo Chávez.
Parecería
ser verdad que la Constitución es tan solo un pedazo de papel.
Publicado 26 de diciembre 2012