Violeta
Yangüela
Los
miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, Arabia Saudí, Emiratos Árabes
Unidos, Kuwait, Qatar, Bahréin y Omán se reunieron con el presidente de Estados
Unidos, Barack Hussein Obama, en Camp
David.
Dicen
que Arabia Saudita le hizo un desplante a Obama al enviar a su representante y
no al rey sauditita. El rey Salman de Arabia y Hamad bin Isa al- Khalifa de
Bahréin no asistieron. Hamad participaba
de una exhibición de caballos en el castillo de Windsor invitado por la reina
Isabel II. Solo Kuwait y Qatar
estuvieron representados por sus jefes de Estado.
Se
supone que el objetivo de la reunión era la reafirmación de la cooperación en
defensa y seguridad con los aliados del golfo.
También se supone que la reunión tenía sus resquemores al realizarla
días después del anuncio de un principio de acuerdo con Irán y su proyecto
nuclear.
Parecería
que esos miembros del Consejo interpretan ese posible acuerdo como una
concesión de Estados Unidos y una amenaza para sus intereses. El final de las
sanciones económicas impuestas a Irán con su posible acuerdo nuclear que
mejoraría la economía podría incrementar la influencia de los chiitas en la región.
Por
otra parte, ese posible acuerdo se realiza en momentos que la influencia de los
chiitas de Irán incendian las protestas chiitas en Yemen, apoyan a la dinastía
de Al Assad en Siria, gobiernan en Irak y
participan combatiendo con milicias chiitas desde Irak al Califato Islámico.
Cuentan
los medios globales que Barack Obama, como dicen en Dominicana, “metió la pata”
al referirse a las históricas relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita
al hacer referencia de la larga relación entre ambos países al mencionar la
famosa reunión entre Franklin Roosevelt y el rey Faisal en 1945.
En
realidad se trataba del rey Abdul Azis bin Saud, no de Faisal. Esa reunión se realizó a bordo del USS Quincy
en la que según relata Eddy William,
Ministro Plenipotenciario para la ocasión e intérprete de esa reunión, Abdul
Azis le dijo al presidente estadounidense: “utilizaremos su hierro pero usted
dejará nuestra fe en paz”.
Aún
hoy los sauditas siguen con los hierros que permitieron la explotación del
petróleo y sin ninguna duda con su fe.
Siguen siendo útiles.
Con
los hierros mantienen su influencia en los precios del oro negro, manera de
ataque a la economía de Irán en su producción y venta del petróleo y por
supuesto, su fe inquebrantable en los mandatos de Ala y su profeta.
A
pesar de la oferta de Barack Obama de un programa intenso de cooperación
militar entre los Estados Unidos y los países del golfo, incluyendo la
asistencia para un programa regional de defensa de misiles iraníes, al final de
la reunión dice el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Adel al
Jubeir, que “su país dará la bienvenida al acuerdo que pueda impedir que Irán
adquiera armas nucleares pero aún no está claro que el acuerdo final pueda
conseguirlo”.
¿Acuerdo
en el desacuerdo?
v.yanguela@codetel.net.do