Violeta
Yangüela
El
Papa Francisco tiene una encíclica sobre la calentura del planeta tierra. No es solo para los católicos, se trata de
“unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e
integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar…” Para Francisco si la
tendencia continúa, “este siglo será testigo de cambios climáticos inauditos y
de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas”. (Capitulo Primero p.24)
¿Apocalipsis?
Pero
resulta que el problema climático se convierte en problema político, social y económico.
Para el Papa “el mercado no es capaz de defender el ambiente y afirma
que “el crecimiento de los dos últimos siglos no ha significado en todos sus
aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida”. (Capitulo
Primero p.46)
¿200
años y no ha significado progreso?
Dice
la encíclica papal: “Si una persona,
aunque la propia economía le permita consumir y gastar más, habitualmente se
abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone que ha
incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente”. Es muy noble asumir el deber de
cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la
educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar
diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el
cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel,
reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que
razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos,
utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias
personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias”. (Capitulo Sexto p.211)
Lo que es
lógico suponer que si una persona se desnuda un poco más en lugar de encender
el aire acondicionado ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al
cuidado del ambiente. ¿Usarán aire acondicionado en la residencia papal?
“La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán
estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser
humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo,
seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de
comunicación y a través de los eficaces engranajes
del mercado”. (Capitulo Sexto p.215).
Se trata de
la conversión ecológica. O sea, conviértete a la “ciudadanía ecológica”.
“La política no debe someterse a la economía y
ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la
tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la
política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la
vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa,
haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y
reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no
tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga,
costosa y aparente curación”. (Capitulo
Quinto p.189)
Alabado
Seas no es una encíclica, es una propuesta para el mundo que ha de gobernar una
“Verdadera Autoridad” política mundial
para “afrontar los problemas que no puedan ser resueltos por acciones de países
aislados y dotado de poder para sancionar”. ¿Otra ONU?
Si
el Papa Francisco, preguntara a su antecesor alemán Benedicto XVI, quizás este
le pudiera contar que la Alemania del Este, la Democrática, con mucho Estado y
sin la economía libre que mata según él, era un medio país contaminado desde el
aire hasta el subsuelo y la Alemania
libre de verdad, con menos estado, tuvo que gastar miles de millones en
descontaminar la mítica, la ensoñada Alemania Democrática de todos iguales.
v.yanguela@codetel.net.do
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