lunes, 11 de junio de 2012

LAS GORDAS Y LAS FLACAS

Violeta Yangüela
En estos años recientes  el mundo desarrollado sufre el virus de la crisis financiera que arropa a los países europeos y a los  Estados Unidos.
Para algunos los argumentos del origen de la debacle ha sido la avaricia de las instituciones financieras y su mala práctica en el manejo de sus operaciones.  Para otros ha sido la desregularización y falta de supervisión de las instituciones  del Estado que les ha permitido al sector bancario el ejercicio desaforado de las actividades financieras.  Para otros ha sido el despilfarro de los gobiernos que ha llevado a los países a una deuda por encima de las posibilidades de honrar los compromisos contraídos.
En los tres casos, parecería que el Estado está presente en todas. Las leyes de desregularización son creadas por los legisladores, la supervisión efectiva es responsabilidad de los gobiernos y sus instituciones y el despilfarro en la administración  y redistribución de los recursos no son más que proyectos “sociales” que procuran reflejar los resultados en las urnas.
A la manera de Jean Claude Juncker, “todos sabemos lo que hay que hacer, lo que no  sabemos es como ganar las elecciones después”.
La responsabilidad del funcionamiento del sistema financiero es del Estado y sus instituciones  supervisoras y reguladoras son las que tienen los medios y la obligación de imponer el  cumplimiento de la ley.

Asombrosamente Iberoamérica y de acuerdo a las proyecciones de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe  (CEPAL)  para el crecimiento económico de la región, el año próximo las economías de la región seguirán creciendo con índices mayores a los del mundo industrializado. Según el informe la economía de la región creció un 4,3 por ciento en el 2011, y crecerá un 3,7 por ciento en el 2012.
Pero, y al decir de los dominicanos siempre aparece el “pelo en el  sancocho”,  según el informe, el crecimiento económico de Latinoamérica podría ser aún más lento de lo que reflejan estas cifras si empeora la crisis financiera de Europa.
Dicen los expertos que este crecimiento en Iberoamérica es consecuencia de los altos precios internacionales de las materias primas, y por supuesto estimulados por las crecientes compras de China e India.
O sea, que ese crecimiento depende de dos factores: la crisis financiera europea y del crecimiento de  China y la India.
Con esta bonanza de crecimiento económico, envidiable para los países desarrollados, ¿aprendieron los países iberoamericanos de las experiencias de lo que se llamó la década perdida? 
Cuentan que un Faraón tuvo un sueño en el que siete vacas flacas se comían a siete vacas gordas.  Un adivino (¿el Freud primitivo?) le interpretó el sueño diciendo que las vacas gordas representaban la abundancia y la  prosperidad y las flacas la escasez y la penuria.
¡! Cuidado con las flacas…y con la espiga!!

v.yanguela@codetel.net.do

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