lunes, 25 de febrero de 2013

¿MACONDO?


Violeta Yangüela
Santiago de Chile ha sido la sede para el acto fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) promovida por el actual ausente y enfermo presidente de Venezuela, teniente coronel Hugo Chávez en la que no participan Estados Unidos y Canadá.
 
En esta nueva organización regional  se integra Cuba, excluida de la Organización de la Organización
de Estados Americanos (OEA) en 1962.   Levantada su prohibición en el 2009,  Cuba desestimó su participación.
Aún no se sabe cuáles son sus principios, no se conoce su estructura, cuál es su sede, tampoco quiénes o cómo se aportarán los fondos para su financiamiento y para su accionar y mucho menos quiénes serán los responsables de su  administración burocrática.
A pesar de estos “inconvenientes” la reunión de Chile ha elegido a un presidente.  El flamante presidente de Cuba Raúl Castro.
En septiembre del 2001 los Estados miembros de la OEA aprobaron la Carta Democrática Interamericana.  Dice en su Artículo 1: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.  La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.
Pero resulta que esos estados miembros que rubricaron esa Carta, son los mismos, con las excepciones mencionadas, que han elegido a Raúl Castro como presidente de la institución. No parece que Cuba brille en el firmamento latinoamericano y caribeño por su ejercicio y mucho menos por su derecho a la democracia y la obligación para promoverla.
De los pocos regímenes comunistas que quedan en el mundo mundial, Cuba comparte con Corea del Norte, a pesar de las diferencias culturales, el poder heredado por clanes familiares  Ambos han descubierto la monarquía en tiempos republicanos. Raúl Castro hereda el trono ocupado por su hermano el Comandante.
Las palabras del heredero y ahora presidente de CELAC no tienen desperdicio.
Dice Raúl Castro: “Hemos asumido el compromiso de oponernos con firmeza a todo intento de desestabilización del orden constitucional de nuestros pueblos.  Las constantes acciones de desestabilización contra gobiernos legítimamente constituidos, firmemente comprometidos con los reclamos de justicia social de sus pueblos, defensores de la soberanía de sus países y expresiones de la más limpia y efectiva democracia”.
También ha reconocido que el otorgamiento de la presidencia a su país constituye “un reconocimiento de la abnegada lucha de nuestro pueblo por su independencia”:
¿Más limpia y efectiva democracia?
¿Lucha por su independencia? ¿Y no se supone que Cuba desde su independencia del Imperio  es “soberana, libre e independiente”?
Es una pena que Gabriel García Márquez ya no pueda escribir.  Podría describir  un nuevo Macondo donde definitivamente la realidad supera la imaginación.

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