lunes, 12 de enero de 2015

SIN HUMOR

Violeta Yangüela
Las tres grandes religiones son llamadas “del Libro”.  La Torá, la Biblia y el  Corán. Cristo como hijo de Dios llegó al mundo fue crucificado y sus seguidores perseguidos, Mahoma logró la victoria durante su vida.  Conquistó territorios, creó un Estado y un ejército, hizo la guerra, promulgó leyes, impuso impuestos. En pocas palabras, gobernó y ésas acciones fueron santificadas y ampliadas en la tradición islámica. En sus conquistas, los islámicos impusieron su idioma, su Estado y la ley divina.  El Estado es la religión, la religión es el Estado y Dios es la cabeza de ambos con el Profeta como su representante en la tierra. 
En la concepción islámica Dios es el soberano de la comunidad, la única y última fuente de  la autoridad y de la legislación. No existe diferencia entre la ley de la Iglesia y la ley del Estado. Aceptada como origen divino, regula todos los aspectos de la vida civil, comercial, criminal, constitucional. Por la tradición de la ley islámica de la inferioridad de los infieles, el infiel se convirtió en  el  pretexto que aún hoy sirve para la conservación y la defensa de sus raíces religiosas.
La civilización islámica se define por su religión. Dar al-Islam, La casa del Islam, todo el territorio gobernado por el islamismo.  El resto, Dar-al-Harb, La casa de la Guerra,  habitado por todos los infieles que no profesan la fe y no aceptan un gobierno islámico.
Los cristianos  recibieron otras instrucciones: Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.  Con imágenes, con estatuas, con películas con humor y… caricaturas.
En la concepción del mundo cristiano el secularismo, resolvió el conflicto entre Iglesia y Estado.  Por un lado,  la Iglesia y su jerarquía y por el otro, el Estado y la monarquía.  Más tarde, la Ilustración favoreció la separación entre Iglesia y Estado, adoptada por la Revolución americana y la Revolución francesa, que impidió el uso de la religión por el Estado y al mismo tiempo el uso del poder estatal para imponer su religión a otros.
A partir de la derrota del Imperio Otomano en Viena, la  amenaza no sólo era política y militar sino que empezaba a resquebrajar la estructura de la sociedad islámica. También el cristianismo poseía  una fe con sentido de misión parecido y con la creencia de poseer la revelación final divina y sobre todo el deber de expandirlo.
En la actualidad los seguidores del Islam matan, amenazan, asaltan y exigen que las democracias  adopten las normas y principios de su religión.
El reciente acto de terrorismo en Francia, en  palabras de Barack Obama,  “fue un ataque a periodistas  y contra la libertad de prensa, lo que pone de relieve el grado en el que estos terroristas temen a la libertad de expresión y la libertad de prensa. La libertad de expresión no puede ser silenciada por la violencia sin sentido de unos pocos”.
No es solo un ataque contra la libertad de expresión y libertad de prensa, es un ataque al sistema democrático y la reacción global de los medios ha sido  publicar los hechos, artículos y editoriales de condena.   Debía ser otra más. Todos los medios de comunicación que defienden esa libertad de expresión y libertad de prensa que han sido atacadas en  nombre  y a nombre del Islam,  deberían responder con el humor de las caricaturas de la revista Charlie Hebdo en sus portadas.
Decía el filósofo chino Lin Yutang que el hombre es pasión y razón y en el medio una pizca de humor para el equilibrio.  Agregaba que los dictadores no sonríen.
 Parecería que tampoco el  profeta Mahoma.
v.yanguela@codetel.net.do



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