Violeta Yangüela
Las tres grandes religiones son llamadas “del Libro”. La Torá, la Biblia y el Corán. Cristo como hijo de Dios llegó al
mundo fue crucificado y sus seguidores perseguidos, Mahoma logró la victoria
durante su vida. Conquistó territorios,
creó un Estado y un ejército, hizo la guerra, promulgó leyes, impuso impuestos.
En pocas palabras, gobernó y ésas acciones fueron santificadas y ampliadas en
la tradición islámica. En sus conquistas, los islámicos impusieron su idioma,
su Estado y la ley divina. El Estado es
la religión, la religión es el Estado y Dios es la cabeza de ambos con el
Profeta como su representante en la tierra.
En la
concepción islámica Dios es el soberano de la comunidad, la única y última
fuente de la autoridad y de la
legislación. No existe diferencia entre la ley de la Iglesia y la ley del
Estado. Aceptada como origen divino, regula todos los aspectos de la vida
civil, comercial, criminal, constitucional. Por la tradición de la ley islámica
de la inferioridad de los infieles, el infiel se convirtió en el pretexto
que aún hoy sirve para la conservación y la defensa de sus raíces religiosas.
La
civilización islámica se define por su religión. Dar al-Islam, La casa del
Islam, todo el territorio gobernado por el islamismo. El resto, Dar-al-Harb, La casa de la Guerra, habitado por todos los infieles que no
profesan la fe y no aceptan un gobierno islámico.
Los
cristianos recibieron otras
instrucciones: Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Con imágenes, con estatuas, con películas con
humor y… caricaturas.
En la
concepción del mundo cristiano el secularismo, resolvió el conflicto entre
Iglesia y Estado. Por un lado, la Iglesia y su jerarquía y por el otro, el
Estado y la monarquía. Más tarde, la
Ilustración favoreció la separación entre Iglesia y Estado, adoptada por la
Revolución americana y la Revolución francesa, que impidió el uso de la
religión por el Estado y al mismo tiempo el uso del poder estatal para imponer
su religión a otros.
A partir de
la derrota del Imperio Otomano en Viena, la
amenaza no sólo era política y militar sino que empezaba a resquebrajar
la estructura de la sociedad islámica. También el cristianismo poseía una fe con sentido de misión parecido y con
la creencia de poseer la revelación final divina y sobre todo el deber de
expandirlo.
En la
actualidad los seguidores del Islam matan, amenazan, asaltan y exigen que las
democracias adopten las normas y
principios de su religión.
El reciente
acto de terrorismo en Francia, en palabras de Barack Obama, “fue un ataque a periodistas y contra la libertad de prensa, lo que pone
de relieve el grado en el que estos terroristas temen a la libertad de
expresión y la libertad de prensa. La libertad de expresión no puede ser
silenciada por la violencia sin sentido de unos pocos”.
No es solo un ataque contra la libertad de expresión y
libertad de prensa, es un ataque al sistema democrático y la reacción global de
los medios ha sido publicar los hechos,
artículos y editoriales de condena. Debía ser otra más. Todos los medios de
comunicación que defienden esa libertad de expresión y libertad de prensa que
han sido atacadas en nombre y a nombre del Islam, deberían responder con el humor de las
caricaturas de la revista Charlie Hebdo en sus portadas.
Decía el filósofo chino Lin Yutang que el hombre es
pasión y razón y en el medio una pizca de humor para el equilibrio. Agregaba que los dictadores no sonríen.
Parecería que tampoco
el profeta Mahoma.
v.yanguela@codetel.net.do
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