Violeta Yangüela
Dice la Declaración fundacional de la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) “reafirmar que la preservación
de la democracia y de los valores democráticos, la vigencia de las
instituciones y el Estado de Derecho, el compromiso con el respeto y la plena
vigencia de todos los derechos humanos para todos, son objetivos esenciales de
nuestros países”.
¿Valores democráticos? ¿En Cuba?
La Declaración de la II Cumbre de
la CELAC celebrada en Cuba parecería ser una carta a los Reyes Magos con el
pedido de 83 deseos. No se sabe aún si
los mandatarios asistentes han salido a
buscar la hierba para los camellos. Lo que sí se sabe es que con la presencia
de los mandatarios de las “democracias” iberoamericanas han legitimado la
dictadura monárquica de más de 50 años de los Castro.
En su preámbulo dice: “Fortalezcamos nuestras
democracias y todos los derechos humanos para todos; demos mayores
oportunidades a nuestra gente; construyamos sociedades más inclusivas; mejoremos
nuestra productividad; estrechemos nuestro comercio; mejoremos nuestra
infraestructura y conectividad y las redes necesarias que unan cada vez más a
nuestros pueblos; trabajemos por el
desarrollo sostenible, por superar las desigualdades y por una más equitativa
distribución de la riqueza, para que todas y todos sientan que la democracia
les da sentido a sus vidas. Esa es la misión de la CELAC, esa es la tarea a la
que hemos sido convocados y esa es la responsabilidad política que tenemos por
delante y de la cual deberemos dar cuenta a nuestros pueblos”.
¿Derechos
humanos para todos en Cuba?
En su libro
The Case for Democracy, The Power of Freedom to Overcome Tyrany and
Terror, Natan Sharansky, apresado por traición en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y nueve años en la Gulag rusa, cuenta su historia a partir de la
decisión de Stalin de convertir a los individuos de Homo
Sapiens a Homo Sovieticus,
Relata que en su largo proceso de disidente y
de prisionero descubrió la línea divisoria entre el mal y el bien. Pero también ha comprendido una diferencia
fundamental entre el mundo del miedo y el mundo de libertad. En el primero el reto es encontrar la
fortaleza para confrontar la maldad, en el segundo el reto es encontrar la
claridad moral para ver la maldad.
Un mundo sin claridad moral es uno que aquellos
que sueñan con la paz están dispuestos a poner al lobo y a la oveja en la misma
jaula y esperar lo mejor una y otra vez. Un mundo sin claridad moral es un
mundo en el cual los dictadores hablan de derechos humanos mientras asesinan a
sus ciudadanos.
Un rayito de claridad moral para el chileno
Sebastián Piñera. Único mandatario en
reunirse con la líder de las Damas de Blanco Berta Soler.
Dice Moisés Naim que un gobierno malo es aquel
que sufre de necrofilia ideológica, el amor por las ideas muertas.
Parecería que los que padecen de necrofilia
ideológica se hicieron presentes en Cuba.
v.yanguela@codetel.net.do
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