Violeta
Yangüela
La
oposición venezolana ha ganado las elecciones parlamentarias de manera
apabullante. Para algunos es el comienzo del final de “la era chavista” del Socialismo del Siglo
XVI. Para otros, con el ejercicio de las elecciones para elegir a los
administradores del gobierno, es la demostración del sistema democrático
venezolano.
Pero
como enseña la historia, y por supuesto la teoría, las elecciones no definen ni
implican el ejercicio de un sistema democrático. Son el requisito del sistema. Los
ejemplos sobran.
Antes
de que el Consejo Nacional Electoral informara los resultados, acompañado del
alto mando militar en uniforme de campaña, el ministro de Defensa, general
Vladimir Padrino López compareció en televisión para pedir que el proceso
siguiera “sin manchas, sin detalles, sin amenazas, sin disturbios en la calle,
con cordura, con mucho equilibrio, en paz, respetando las reglas de juego,
respetando las reglas de la democracia”. Dice el general, “hay que reconocerlo,
nosotros felicitamos el comportamiento de todo el pueblo de Venezuela”.
¿Un
aviso? ¿Para quién? Se supone que para los perdedores porque de seguro los
ganadores festejarían.
A
la Venezuela de hoy el petróleo como arma diplomática, económica y política
sencillamente ha desaparecido. A la llegada de Hugo Chávez al poder los precios
del petróleo rondaban los 10 dólares el barril. En su mandato la subida de
precios, hasta llegar en el 2008 a 145 dólares el barril, le permitió disfrutar
del periodo de las “vacas gordas”. La política socialista llamada bolivariana, de
la redistribución de la riqueza en programas de solidaridad y asistencia a la
población, se hizo el símbolo y marca del “chavismo” junto a las expropiaciones y nacionalizaciones. Le
llamaron el Socialismo Bolivariano del
Siglo XXI.
Y
nace Petrocaribe. El regalo del teniente coronel en búsqueda del apoyo de los
líderes regionales en su guerra contra el Imperio. Cuba disfrutaría de la
solidaridad bolivariana de Hugo Chávez con el envío de 100,000 barriles
diarios.
A
partir del 2014 comienza la estrepitosa caída de los precios lo que lleva a Maduro
a pedir una reunión de la Organización de Países Emisores de Petróleo (OPEC)
para que se subiera el precio a 80 dólares.
Sin resultados positivos para Maduro.
La
Venezuela de hoy disfruta de la más alta inflación del mundo, con previsiones
de alcanzar el 160% a finales de este año. Con esos niveles las políticas
sociales de la redistribución sencillamente no funcionan.
¡Llegaron las vacas flacas con el petróleo a
menos de 40 dólares el barril! Y
llegaron las elecciones parlamentarias.
Maduro
lo explica de otra manera. “hoy triunfó la guerra económica que hace la
oposición y la empresa privada a su Gobierno para derrocarlo, causando la
escasez de productos básicos o inflando sus precios desde hace un par de años”.
Dicen
en Venezuela que no hay malos y buenos
gobiernos sino bajos y altos precios del petróleo.
v.yanguela@codetel.net.do
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