Violeta Yangüela
Desde la caída del Imperio Otomano y la
conformación de los nuevos estados-naciones el conflicto árabe israelí, la
producción de la riqueza petrolera, la permanencia en el poder político de los
monarcas y dictaduras militares, sumadas a los que algunos cientistas sociales
llaman el resurgimiento del Islam, ha sido el escenario en el cual los actores
han movido las fichas del tablero islámico.
Desde la primera guerra en la que la Liga Árabe
decidió impedir la creación del estado judío, los esfuerzos de paz no han
podido concretarse a pesar de la firma de acuerdos de paz por dos de las
naciones participantes.
Siria, con su carga de un golpe o intento de
golpe de estado a un promedio de cada año durante los primeros 25 años de su
independencia, con la toma del poder por Hafiz Assad en 1970 (solía decir que
era “el jefe del país y no del gobierno”)
parece haber sido la única manera
de mantener la cohesión de sunitas, drusos, alauís, cristianos, armenios, curdos y turcos dentro
de su estado-nación. Hasta ahora.
Iraq con la derrota de la Monarquía, y el
asesinato del Rey Faisal, una dictadura
militar retoma el reclamo de la repartición de fronteras de años atrás
e invade Kuwait con lo que se produce la Guerra del Golfo en la década
de los 90.
En el Líbano, llamado una vez la Suiza del
Medio Oriente, con su población de cristianos maronitas, ortodoxos, sunitas, chiitas,
drusos, y palestinos estalla una guerra
civil entre cristianos y árabes en la que Siria otorga el apoyo a los
cristianos en contra de los árabes libaneses.
En el proceso, existe una larga lista de
protagonistas asesinados. Rey Faisal de Arabia Saudí en 1975, el Rey Faisal
iraquí en 1958, el primer ministro
egipcio de la guerra árabe israelí de 1948, Nukrachy Pachá, el libanés, Riah
Solh y Abdullah de Jordania en 1951, el iraquí Nuri Said, derrocado por un
golpe de Estado y asesinado cuando intentaba huir disfrazado de mujer. Más
tarde, serían asesinados el presidente egipcio Anward Sadat, Isaac Rabín de
Israel y muchos más.
En
la actualidad parecería que Arabia
Saudita, a pesar de su conflicto iraní y su guerra en Yemen, tiene nuevas
fichas en el tablero.
El
príncipe heredero Mohamed Bin Salman, “bautizado” como MBS, ha removido los
muros, que no las matas, del poder de los Saud y demuestra su poder con una
purga anti corrupción en la que son arrestados príncipes y altos funcionarios
del gobierno saudita.
Con
su programa de reforma “Visión 2030”
pretende modernizar su país en términos económicos y sociales, que la política
es otra cosa.
Ha
comenzado con las mujeres y la policía de la “Virtud” ha sido minimizada. Ahora
a las las mujeres les estará permitido
manejar y asistir a los estadios en los eventos deportivos.
En
su apertura al ocio y al entretenimiento se abrirán las salas de cine a partir
del próximo año y se permitirán los conciertos musicales. Propone una reforma en la educación con un
sistema alineado con las necesidades del mercado.
Alguien
dijo una vez, “es la economía estúpido”. Parecería que MBS no es estúpido. El
problema económico de sustentación en la explotación petrolera y la caída de
los precios requiere de reformas entre las cuales se incluye la privatización
parcial de Aramco, la empresa petrolera nacional. Anuncia la subida de la gasolina como parte de
un programa para eliminar los subsidios a la energía.
Dice
MBS “la Visión no es un sueño, sino algo que se hará realidad”.
v.yanguela@codetel.net.do
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