Violeta
Yangüela
Decía
el filósofo polaco Zygmant Bauman que el 2011 se recordará como el año de la
movida. “Saben de dónde corren pero no
saben hacia donde corren, lo que se necesita hacer y quién puede hacerlo”.
El
comienzo en Túnez del vendedor ambulante de frutas que se inmoló prendiéndose
fuego encendió una chispa que algunos llamaron “la primavera árabe”.
Antes
lo fue Chile por los costos en la educación y en recientes días Turquía y
Brasil se convierten en los protagonistas de las noticias globales por las
protestas y los pensadores sociales intentan descifrar no solo su implicación sino
sus consecuencias.
Algunas
características podrían señalar coincidencias. En Turquía, se supone comienza
por unos árboles y en Brasil se supone que por una subida del precio del
transporte. Una pancarta en Turquía: “we all are Sao Paulo” y una pancarta en
Brasil: “we all are Taksim”. Las pancartas en Brasil en oposición a los gastos
deportivos con miras al Mundial del 2014 sorprenden por ser el país con cinco victorias
en el campeonato mundial de futbol.
Resulta
que esos países están clasificados en los rankings mundiales como países
económicamente exitosos. Brasil forma
parte de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sur África) y Turquía forma parte de los CIVETS (Colombia,
Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sur África) lo que supone que han logrado
el crecimiento económico, la expansión de la clase media, la reducción de la
pobreza, y la disminución del desempleo.
Otra
de las características de las protestas es que no aparecen los líderes. El uso de los instrumentos digitales, ha creado una red a
través de la cual la comunicación instantánea ofrece la oportunidad de la
participación de los ciudadanos y las redes sociales se han convertido en la
vía de comunicación colectiva.
Como
nota al margen de las coincidencias,
resulta que de acuerdo a las informaciones del ministro de Comercio
turco, en los últimos 12 años Turquía importó 628 toneladas de gas lacrimógeno
y spray de pimienta sobre todo de Brasil y los Estados Unidos. El gas
lacrimógeno fue utilizado en Turquía para controlar las protestas.
Algunos
pensadores creen que los cambios resquebrajan el orden político y las demandas
crecen. Alvin Toffler en su libro el Shock del Futuro publicado a principios de
la década de los años 70 dice “estamos creando una nueva sociedad. No una
sociedad cambiada. No es una versión ampliada de nuestra sociedad
presente. Sino una nueva sociedad. Las normas sexuales saltan en pedazos.
Grandes ciudades se ven paralizadas. Las alianzas internacionales vacilan. Los
líderes políticos y financieros tiemblan en secreto al ver que todo el sistema
se le está escapando de las manos”.
En la actualidad, dice Román Cendoya “Asistimos a la
mayor transformación de la historia de la humanidad: el paso del homo sapiens al homo digitalis. Desde
que el homo sapiens puso fin a una vida itinerante y comenzó a montar nuestra
sociedad, no ha habido un momento de cambio tan brutal. Esto no es una crisis, esto es otra cosa. En menos de 20 años tendremos la religión
Apple, la religión de la manzana. El homo sapiens comenzó su andadura en la
tierra con una manzana mordida y ahora el homo digitalis lo va a hacer con otra”.
Anthony
Giddens califica el cambio que se ha producido en la esfera de lo privado en
torno a la sexualidad, la igualdad sexual, la familia y las relaciones
personales como una revolución global.
¿Son las
protestas las señales de una revolución global de una nueva sociedad del
homo digitalis y/o emocionalis?
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