lunes, 26 de septiembre de 2016

GUERRAS Y CONQUISTAS

Violeta Yangüela
A su muerte, Mahoma deja un testamento con una misión. Defender la fe y expandirla al resto de la humanidad.  Un año después de su muerte comienza la conquista fuera de la Arabia de Mahoma  ya conquistada  y unificada por él.  Con,  por y  para Alá.
Las “tropas” se dividen en  dos direcciones.  Una, hacia el cristiano imperio bizantino y la otra hacia el  imperio de los persas.
En el año 636 comienza la conquista de Siria con la victoria en Damasco. En el 638 conquistan Jerusalén.  En el 640 conquistan Egipto y el Magreb cristiano.
 En el 651 lo que fuera el imperio persa o la dinastía  sasánida de mil años de tradición imperial del rey de reyes y de Zoroastro, es conquistada por los árabes de Mahoma convirtiéndola en árabe por religión y lenguaje. (La recuperación de su cultura y lenguaje vendría después). Esa conquista incluía Armenia y Mesopotamia.
 En el 710 llegan a España y en ocho años ocupan la mayor parte de la Península Ibérica. En el 732 el pueblo de Tours se convierte en el símbolo europeo que paraliza la conquista en Europa.
Dice Orianna Fallaci que si Carlos Martel no hubiese ganado la batalla, hoy en día los franceses también bailarían  flamenco.
Habían  transcurrido exactamente 100 años de la muerte de Mahoma.
Para los eruditos del tema del Islam, la hazaña de esa conquista no es comparable con ninguna otra en el proceso histórico de la humanidad y tratan de explicar las razones de tan impresionante victoria. Conquistan territorios y siembran lenguaje y religión.
Por supuesto, la razón económica no faltaría.  Los conversos no pagarían impuestos mientras que los infieles sí.  Para unos, las guerras centenarias entre  bizantinos y  persas habían disminuido  la capacidad de respuestas de ambos. Para otros, la fuerza de la victoria la constituía Alá.
Sin ninguna duda que en el caso de los bizantinos contaban con la tecnología de las armas y la mayor fuerza de soldados que la de las tribus árabes de espadas, camellos, caballos y de arcos.  Algunos  caracterizan su victoria por el factor de la velocidad, de la experiencia y del conocimiento del desierto.
En el caso de los persas, además de su debilidad militar, se enfrentaban con sus luchas internas por la herencia del profeta y del Islam.
Para este impresionante despliegue de conquista era necesaria la producción de los instrumentos de guerra. Es de suponer que esos 100 años de guerras de conquistas en el Islam manejado y administrado  por la dinastía Omeya, la inversión en la producción de las armas de guerra podría decirse en el lenguaje de hoy que se correspondía con el por ciento más alto de su PBI. 
En la actualidad, parecería que las guerras y las conquistas en el nombre de Dios, El Clemente, El Misericordioso,  aún no terminan.
v.yanguela@codetel.net.do


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