lunes, 23 de abril de 2018

LA CUMBRE DE LIMA

Violeta Yangüela
La condición humana es la igualdad de los seres humanos sin importar raza, religión, nacionalidades, “identidad sexual” y todo lo demás. Desde la antigüedad los pensadores, religiosos  y  filósofos, han intentado definir y explicar esa condición humana.
Posiblemente  “nada humano me es ajeno” lo simplifica.
Así  desde la prehistoria hasta nuestros  días la búsqueda del castigo a los monstruos y “monstricos”  que afloran de esa condición ha sido, primero religioso y su mejor ejemplo es Judas y sus treinta monedas y luego en la modernidad con la implementación de la ley civil.
No robarás en la ley religiosa es un pecado, en la ley civil es un crimen.
Recientemente  los países congregados en la Cumbre de Lima le dedicaron la reunión a dos temas fundamentales.  La corrupción de gobiernos, organizaciones públicas y privadas que llamaron el Compromiso de Lima y a Venezuela con la Declaración de Venezuela.
Decía el extinto presidente eterno dominicano, Joaquín Balaguer, que “la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”. En Iberoamérica la corrupción de los gobiernos y de las organizaciones públicas y privadas es el pan nuestro de cada día y traspasa las puertas de los despachos.
En la actualidad, algunos presidentes han sido condenados por corrupción y otros acusados en espera de juicio y aún se escuchan las voces en defensa de los condenados.
En la ley civil es la justicia la que ordena el castigo y parecería que el gran problema es el ejercicio y la aplicación de la ley.  Es afrontar la debilidad institucional de la mayoría de los países iberoamericanos.
Entre los 57 puntos del Compromiso de Lima titulado Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción se incluye las contrataciones públicas, lavado de activos, financiación de campañas electorales, rendición de cuentas y fortalecimiento de las medidas legislativas para tipificar plenamente los actos de corrupción.
¿Se cumplirán?
La Declaración de Venezuela implica el no reconocimiento de los resultados de las elecciones presidenciales venezolanas del próximo 20 de mayo por no existir “garantías” necesarias para un proceso libre, justo, transparente y democrático.
También incluye ampliar y fortalecer las sanciones contra las autoridades chavistas, el apoyo a la Asamblea Nacional y la asistencia humanitaria a través de las Naciones Unidas entre otras medidas.
¿Se cumplirán?
Parecería que  Montesquieu y su división de poderes no se ha paseado por los predios iberoamericanos.
v.yanguela@codetel.net.do


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