Violeta
Yangüela
La
comunidad progresista mundial está estupefacta. Jair Bolsonaro ha ganando la
presidencia en Brasil. Calificado como ultra derechista, machista, ex militar,
homófogo y todo lo que se le pueda agregar, obtiene una mayoría de votos
inimaginables en el país de Lula.
Brasil
se une a la tendencia global de derrotar a las izquierdas y se agrega a los
países que cada vez más la derecha irrumpe con votos en las
elecciones regionales o presidenciales.
¿Razones?
Algunos
le llaman populismo y es de derecha como consecuencia del declive en el que las
elites políticas se encuentran en la cárcel o son acusadas por las prácticas
corruptas, la inseguridad ciudadana y la
incertidumbre económica. Se agrega en algunos casos la amenaza de la
inmigración.
Para
algunos Brasil en el mejor ejemplo. De acuerdo a los que llevan las cuentas, en
el 2017 hubo 64.000 homicidios, el ex presidente Lula está preso por corrupción
y su heredera, Dilma Roussef fue
destituida por el Congreso.
En
el 2015 el PBI brasileño se contrajo 3.8%, la mayor recesión en 25 años. La
razón sostenida por el gobierno es la baja de los precios de las materias
primas lo que provocó una serie de
medidas de cortes de gastos y más impuestos y por supuesto una pérdida de
puestos de trabajo de 1.5 millones.
Y
la corrupción hace su aparición. Odebrecht y Petrobras en el eje de la
corrupción.
En
su campaña electoral, el presiente electo prometió cambios en la conducción de
la política económica y social de Brasil.
Entre
otras propuestas, en educación quiere la enseñanza de Moral y Cívica, y dice
que Brasil no puede ser un país de puertas abiertas por lo que se hace
necesario reformar la ley de inmigración, propugna por una reforma a la
tenencia de armas, la aplicación de la pena de muerte, contra el aborto y el no
financiamiento a las organizaciones de derechos humanos.
Dice
Thomas Friedman que es el Donald Trump brasileño y agrega que “no creo que
Trump es bueno para América por lo que no será bueno para Brasil”.
Los
seguidores del Donald Trump americano argumentan que las acciones y medidas
tomadas desde su presidencia se corresponden con las promesas de su campaña
electoral.
Para
el Donald Trump brasileño habrá que esperar si Bolsonaro cumple con sus
promesas electorales lo que en palabras de Friedman no será bueno para Brasil.
Está
por verse.
v.yanguela@codetel.net.do
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