Violeta
Yangüela
Parecería
que en la actualidad Siria se encuentra inmersa en la misma división
religiosa-territorial desde su conformación como estado-nación. Al mismo tiempo
está en el medio de la eterna e incansable guerra entre los sunitas y chiitas por
el poder único de la comunidad del Islam.
Damasco,
la capital y la gloria del mundo islámico durante la dinastía Omeya, pierde su
hegemonía con la revuelta chiita por el poder central de Islam. Se instala el
poder en Bagdad. Con la nueva autoridad Abasida
comienza la fragmentación y la debilidad del poder, la llegada de los mongoles,
los cruzados y finalmente el Imperio Otomano, Siria es incorporada a la unidad
del Islam por los turcos.
A
la caída del Imperio y el final de la Primera Guerra, la Gran Siria, bajo la
tutela de Francia, es desmantelada en pedazos y se crean cuatro “territorios”. La República de Siria, la República del Líbano,
el Estado de los alauitas, antes nusayries,
y el Gobierno de los drusos.
A
la salida de los franceses, los alauitas y los drusos pierden su autonomía y
son integrados juntos a los kurdos a la República de Siria.
Cuenta
la historia que antes de firmarse el tratado entre Siria y Francia en 1936,
llega una carta al Presidente del Consejo Francés en la que uno de sus
firmantes es el abuelo del que hoy sustenta el poder en Sira. El abuelo, Suleiman al-Assad, escribe a León
Blum y le plantea la cuestión de la
integración de los drusos y alauitas en el Estado sirio francés y le explica el por qué sería conveniente y sabio
conservar una entidad alauita separada de la entidad de mayoría sunita.
Desde
su independencia los conflictos internos y externos serían la variable
permanente de su conformación como estado-nación. Dicen que en los primeros 25
años han tenido un golpe o un intento de golpe de estado de uno por año. A lo interno su división de ciudades, (Latakia,
región alauita fue el centro de la gobernación del Imperio Otomano) y de
religión, (sunitas, cristianos, drusos, alauitas, ismalies o séptimos). Dice un experto en el tema que “cada sirio es de algún modo una minoría
y cada minoría posee una psicología colectiva que convierte cada acción de su oponente
en una amenaza a sus intereses o a su existencia. Como resultado es un archipiélago de islas
políticas”.
A
lo externo, guerra con Israel, guerra en Líbano, alianza política con Egipto
para formar la República Árabe Unida, la revolución iraní, la guerra Irak-Irán
y las más recientes guerras del Golfo.
En
1970 llegó Hafez Assad, el hijo del abuelo que escribiera la carta y se entrona
la dinastía de los Assad. De la
autonomía alauita que un día crearon los franceses, con Assad se adueñaron de
la totalidad de Siria. Dicen que solía
decir que era el jefe del país, no del gobierno. Al llegar al poder, Siria tenía
una población de seis millones de habitantes, en la actualidad son 22 millones,
lo que quiere decir que 16 millones no conocen nada más que la dinastía de los
Assad.
¿Fragmentación
territorial-religiosa?
v.yanguela@codetel.net.do
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