Violeta Yangüela
La sharia, ley islámica divina,
es al mismo tiempo Constitución y sistema legal que alcanza lo social,
económico, criminal, doméstico y político. Para cumplir con estos mandatos
existe el cuerpo policial religioso para la protección de la virtud y
prevención del vicio. Los crímenes se definen como robo, adulterio, violación y
asesinato.
El código legal basado en la
filosofía de la venganza castiga de manera drástica y permite que la familia de
la víctima administre y cumpla la sentencia. Un asesino puede esperar por años
la sentencia y su aplicación hasta que los familiares de la víctima decidan el
castigo o puede escapar a la sentencia de muerte si la familia decide una
recompensa económica (dinero de sangre).
Es una decisión que se corresponde con
la defensa del “honor de la familia”.
De acuerdo a su código divino el adulterio es
un delito que se castiga con la pena de muerte por lapidación. El método puede
variar al depender del juez que la sentencie y del país que la aplique. Su
procedimiento es más o menos el mismo. El condenado o condenada es envuelto en
una sabana, se entierra en un hoyo atado a un árbol o un palo. Si es hombre es
enterrado hasta el cuello. Si es mujer
hasta los codos o las axilas. En esa posición, se le lanzan piedras hasta
lograr su muerte.
La sharia establece que las piedras a ser
lanzadas deben tener un tamaño ni muy grande para matar con una sola, ni muy
pequeñas que no hagan daño. El primero
en arrojar es el juez que ha emitido la sentencia divina, luego los miembros
del tribunal y en tercer lugar el público que se coloca en círculo alrededor
del enterrado condenado. Esta muerte por lapidación se calcula que puede durar
de tres a cuatro horas y si el condenado logra sobrevivir, es perdonado y si
soporta sin perder el conocimiento es una muerte lenta y extremadamente
dolorosa.
En el año 2002 Amnistía Internacional lanzó una
campaña en defensa de la nigeriana Zafiya condenada por la ley divina de la
sharia a morir lapidada por haber mantenido relaciones sexuales con un hombre
casado. Zafiya argumentaba que había
quedado embarazada por haber sido violada por un primo. Su testimonio no fue aceptado en el juicio por
la ausencia de los cuatro testigos mínimos que requiere la ley divina en el
caso de que la acusada sea mujer. Si el
acusado es hombre basta sólo con su palabra.
Zafiya y luego Amina, también nigeriana,
condenadas a ser lapidadas lograron sobrevivir por la campaña global de
Amnistía Internacional. La correspondencia recibida obligó a un fallo del
tribunal a revocar la sentencia argumentando errores procesales en el juicio.
En Pakistán, la cristiana Asia Bibi espera en la cárcel la apelación a la
sentencia de muerte por blasfemar contra el profeta del Islam.
El sistema penal de la mayoría de los estados
musulmanes basados en la sharia, también establecen como un delito los que
insultan Alá, al profeta Mahoma y el Corán. La penalización al delito incluye
la pena de muerte. Es la ley de la blasfemia.
Después de las protestas en los países
musulmanes por el video de Mahoma y la muerte
de los diplomáticos de los Estados Unidos en Libia, liderado por Pakistán, país portavoz de la Organización de la
Conferencia Islámica (OCI), 56 países islámicos miembros de las Naciones Unidas
promueven la aprobación a nivel mundial
de una “ley de la blasfemia”.
¿Incluirán completar toda la sharia?
Parecería que los islámicos aún no se enteran
que en otras partes del mundo las leyes las escriben los ciudadanos, no los
dioses ni los profetas.
v.yanguela@codetel.net.do
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